Liturgia de la Palabra para esta Sexta Semana de pascua.


Lunes: 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 11-15
En aquellos días, zarpamos de Troas rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días.
El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
Se bautizó con toda su familia y nos invitó:
—«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».
Y nos obligó a aceptar.


Salmo responsorial: Salmo 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)
R. El Señor ama a su pueblo.
O bien:
R. Aleluya.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas,
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R.


 Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26—16, 4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no tambalee.Os excomulgaran de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Reflexión:

El libro de  los Hechos de  los  Apóstoles  , poco a  poco nos  va llevando a ver  las  maravillas de Dios  y la  misión evangélica  a  que  nos  llama a cada  uno de  nosotros, por tanto , nos  presenta  como el anuncio y la  escucha de  la  Palabra de Dios  nos van llevando a  aceptar  en nuestra vida  la voluntad del Padre  , es  por eso que  al ver  Lidia  , este  mensaje salvífico que  le  traen los  apóstoles  lo cree y se  bautiza  para  comprender  y contemplar  la acción del Espíritu santo en la  comunidad  y sobre todo en ella  y su familia. 

Por eso el salmo 149, nos  reafirma  que cada  vez que  sentimos  la  presencia de Dios en nuestra vida , seremos capaces de  comprender  sus  hazañas  y las  bendiciones que  nos  regala. 

Por tal razón este resonar de  la alegría de  la ver  la  misericordia de Dios en nosotros  nos invita a cantar con júbilo y así darle  gracias  constantemente. 


El evangelio nos muestra el Señor  lo complejo que es  vivir la  palabra de Dios y abrir el corazón para que  el Espíritu de  la Verdad, que es el nuestro consolador  nos  ilumine a seguir  arduamente  en la vivencia  auténtica de  amor del evangelio, a pesar de  las  adversidades  , puesto muchos que  no conocen a Cristo , buscarán atentar con nosotros, que  la  mayor  gloria que  podemos recibir es  que el Dios  nos  mostrará su amor  y por tanto alcanzaremos  sus  premios  eternos. 



Martes: 

Exaltación de  la Santa Cruz

En colombia  (Fiesta ), calendario universal (14 de Septiembre )

La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito. Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. Los fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, su produjeron muchos milagros.

Liturgia de  la  palabra: 

Lectura del libro de los Números 21, 4b-9
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
—«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo».
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
—«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
—«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.


Salmo responsorial Salmo 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38 (R.: cf. 7b)
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R.
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R.
Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.


cRUZ Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

Reflexión:

El libro del Éxodo nos  muestra como la terquedad  y la desobediencia  hace que Dios  muestre al pueblo su descontento, pero el Señor  hizo esto para que la comunidad recapacitará  y se acercará  a Él , por eso hace  un signo de curación.


Dios sabe que  tenemos  debilidades  y que  a cualquier  pequeño aprisco  no somos capaces de  vividlo y sentir  en momento de  prueba, puesto que reducimos  nuestra fe a simple cosas vacías  y vacilantes, queriendo así, estar siempre en prosperidad es  por eso que Él , nos  condiciona  para a través de  esto confiemos en su amor  y busca  sanar  nuestras  heridas. 

Por eso el salmo 77, nos  induce a contemplar  las  maravillas  que Dios  hace en nuestra vida  y como Él actúa en nosotros. 

San Pablo nos  manifiesta que Cristo se  humilla  haciéndose  hombre suscitando la  gloria del Padre  e  hizo que  la  voluntad del Dios se  cumpliera en Él, para  llenar con su inmolación la salvación del mundo, puesto que  Jesucristo, nos  regala  la salvación, por  medio del signo de su entrega  de amor  por nosotros  y así nosotros  proclamemos que Él es Rey  y Señor  para  , la  Majestad el padre  su y su Gloria Inmensa. 

El evangelio de San Juan nos  muestra como es el amor de Dios que  le  abre a todo hombre   la fuente  de  la salvación entregando a su Único Hijo.



Miércoles: 

Santos Felipe  y Santiago Apóstoles (del 3 de  Mayo en calendario universal )

Celebramos juntos a estos dos apóstoles de Jesucristo porque en torno al siglo VI sus restos fueron llevados a Roma. Ambos pertenecieron al grupo de los doce Apóstoles, hombres que Jesucristo escogió, preparó y envió para la predicación de la Buena Nueva, dándole este mandato: "Id pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28, 19-20).
Felipe y Santiago dieron su vida por amor a Jesucristo y a la predicación del Evangelio. El primero fue crucificado cabeza abajo en Frigia, y Santiago murió apedreado, hacia el año 62.
Felipe era natural de Betsaida, junto al lago de Genesaret, donde tantas veces Jesucristo predicó. Fue primero discípulo de Juan el Bautista, hasta que Jesús lo llamó a ser Apóstol. Felipe, sin perder tiempo, le anunció a Natanael que por fin había encontrado al Mesías.
Sabemos también que estuvo presente en las Bodas de Caná, y que, en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, fue a él a quien se dirigió el Señor para preguntarle cómo podían hacer para saciar el hambre de tanta gente. Interviene, junto a Andrés, en el episodio en que unos griegos quieren conocer a Jesús. La Tradición dice de Felipe que llevó el Evangelio a Frigia (Asia Menor) donde fue crucificado.
Santiago, en cambio, permanece en Jerusalén. Él era pariente del Señor, los Evangelios nos hablan de él como "el hermano de Jesús", no porque fuera hermano de sangre, sino porque en el lenguaje bíblico, se les dice "hermanos" a los parientes cercanos; probablemente Santiago y Jesús fueran primos. También se lo llama "el Menor" para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor, hermano de Juan, martirizado poco después de la muerte de Cristo. San Pablo dice que el Apóstol Santiago, junto con San Pedro y San Juan, fueron columnas de la Iglesia primitiva. En repetidas ocasiones, Jesús quiso estar a solas con ellos.
Santiago fue Obispo de Jerusalén, donde tuvo lugar el primer Concilio, donde se trató el tema de la evangelización a los gentiles (cfr. Hech. 15). Se dedicó a predicar principalmente entre los judíos de Jerusalén, y allí fue donde lo mataron. Finalmente, Santiago es autor de una de las cartas del Nuevo Testamento.
¡Cuántas enseñanzas nos dejan estos dos hombres simples, que dedicaron su vida a conocer y amar a Cristo, y a llevar su Evangelio a todos los hombres! Meditemos cuanto nos enseña el Evangelio sobre ellos. Ellos, que recorrieron el camino de la fe antes que nosotros, nos señalan por dónde debemos avanzar.
Jesús llamó a Felipe a pertenecer al grupo de los Apóstoles. Ese "sígueme" resuena fuertemente en el corazón de este sencillo hombre que anhelaba el encuentro con el Mesías tan esperado. Y él no puede callar ese encuentro y le dice a Natanael que había encontrado al Mesías del que escribieron Moisés y los profetas; le explicaba, en fin, que había encontrado a la persona que daría sentido a su vida. Ante la desconfianza de Natanael, Felipe replica "Ven y lo verás" (Jn 1,46). Así fue, Natanael encontró también al Señor y creyó, y lo siguió llegando a ser Apóstol. Felipe fue el instrumento de que Jesús se valió para que Natanael también lo encontrara. Y eso espera también de nosotros, que demos testimonio de palabra y de vida, de que encontramos a Jesús (porque Jesús nos encontró primero) y que es a Él al único que seguimos, porque es nuestra felicidad.
Cuenta también el Evangelio que en el día de la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús, preocupado por el hambre y las necesidades de quienes lo seguían, le preguntó a Felipe: "¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?" (Jn. 6, 5). Ante la respuesta de Felipe de que ni 200 denarios alcanzarían para paliar el hambre de la gente allí reunida, Jesús demuestra cuánto le importan nuestras necesidades, y que nada para Él es imposible. Multiplica los panes y todos terminaron saciados. Cuando los cálculos humanos no cierran, no nos quepa duda de que allí Jesús quiere actuar. Pero lo quiere hacer de una manera evidente, para que nosotros, que tantas veces nos dormimos y olvidamos, descubramos su amor misericordioso. Él nos pide un mínimo de colaboración: cinco panes y dos peces. Todo lo demás va por cuenta de Él. Y nos da hasta saciarnos, hasta saciar nuestro corazón.
Una y otra vez Jesús nos quiere enseñar esto: ante el pedido de Felipe "Señor, muéstranos al Padre y nos basta" (Jn. 14,8), Jesús nos vuelve a recordar "Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe?" (Jn. 14, 9). Jesús nos pregunta a cada uno: "¿Todavía no te diste cuenta todo lo que en tu vida tiene que ver conmigo, y qué lejos estuviste de mi amor cuando te sentiste solo o triste? Fui yo el que en tantas ocasiones, como tantos días tiene tu vida, salí a tu encuentro y te ayudé en esto o aquello." En Cristo nos sentimos seguros y amados.
También Santiago tiene mucho para decirnos. Su fe, bondad y buen ejemplo movió a la conversión a muchísimos judíos. Pasaba largas jornadas arrodillado rezando en el templo, adorando a Dios, y se sacrificaba para reparar los pecados de los hombres. Santiago fue fiel a Dios. Debió dar testimonio de su fe hasta el extremo. En cierta ocasión, el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, muertos de envidia por la admiración que el pueblo tenía a Santiago y dado que éste no dejaba de predicar las maravillas del Señor, decidieron apedrearlo. Las piedras caían sobre su cuerpo, del mismo modo que Santiago regaba los corazones de aquellos hombres, levantando su Oración al cielo y diciendo: "Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen". Hasta el último momento, en lugar de mirarse a sí mismo y a su dolor, siguió intercediendo hasta por quienes deseaban su muerte. Esta actitud podemos imitarla en los pequeños "golpes" que recibimos, cuando nos humillan o no nos comprenden.
Meditemos una y otra vez esta frase de la Epístola de Santiago: "La fe sin obras, está muerta". Hay a nuestro alrededor demasiada personas que, como aquellos griegos, anhelan conocer a Cristo.

Liturgia de  la Palabra: 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-8
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.


Salmo responsorial: Salmo 18, 2-3. 4-5 (R.: 5a)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
O bien:
R. Aleluya.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Cruz Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
—«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
—«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Reflexión:

El apóstol San Pablo nos refiere  a  permanecer en la fe  y reconocer  que Cristo a resucitado , para que  nosotros  vivamos  la  salvación de Dios, puesto que Cristo muere  al pecado , para  luego saciarnos con su resurrección de  la  gracia santificante del Padre. 

Por  tanto, Cristo se  le aparece a  los apóstoles, con el fin de  mostrarle  la  grandeza  de Dios  Padre, siendo fieles testigos de ese amor de Dios  para con la  humanidad, convirtiéndola  en lote de su heredad.

Pues  bien, el salmo 18 nos  invita a deslumbrarnos con la Majestuosidad del Señor  y reconocer  su Gloria en medio de nosotros , dejando que su pregón nos alcance  y seamos llenados de Él.

El evangelio nos  muestra  la  figura de conocer al padre  por  medio de Jesucristo , y esto es, caminar  en la escucha de  la  palabra de Dios , llevándola a todo el que  la  necesita, sabiendo que Cristo está presente  en esos  olvidados de  la sociedad  y llamándonos a  la  misericordia  para así ,ir  por el camino al Padre.

Jueves : 

La Ascensión del Señor   
   Solemnidad


Después de su pasión y muerte, Jesús se presentó a los apóstoles que había elegido, dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Les prometió que serían bautizados en el Espíritu Santo: «Recibiréis –les dijo– la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra». Y entre las muchas instrucciones que les fue dando, San Mateo recuerda que les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
Por último, a los cuarenta días de su resurrección, el Señor Jesús llevó a sus discípulos fuera de Jerusalén, a la cima del Monte de los Olivos, cerca de Betania, y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos, fue elevado al cielo, una nube lo ocultó a sus ojos, y se sentó a la diestra de Dios.
Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras Jesús se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo». Entonces se volvieron con gran gozo a Jerusalén y perseveraban todos constantes en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la madre de Jesús.

¡Qué diferencia entre la escena del Calvario y ésta de la Ascensión! Pero aquélla era necesaria para llegar a ésta, pasando por la Resurrección. Son pasos fuertes de la vida de Cristo, que deben serlo también de la nuestra, no tanto en su cronología cuanto en su dimensión de factores y perspectivas de nuestro caminar cotidiano: morir con Cristo día a día a nuestro hombre viejo, para que crezca en nosotros nuestra nueva condición de hijos de Dios, lanzados hacia la casa del Padre por el camino que Jesús nos abrió. A los discípulos, el acontecimiento debió dejarles un sabor agridulce: de gozo y alegría por el triunfo del Señor, que ahora volvía al seno de la Trinidad, pero como Verbo Encarnado, hombre como nosotros, para interceder por nosotros; y de pena y tristeza por lo que tenía de despedida y separación. Además, Jesús les había prometido el Espíritu, y ellos tenían que prepararse a recibirlo permaneciendo unidos y constantes en la oración. El deseo y la esperanza de que esa promesa se cumpliera se volvían más vivos y ardientes en su ánimo al recordar la misión que Jesús les había encomendado: «Como el Padre me envió, así os envío yo... Seréis mis testigos hasta los confines de la tierra... Id, evangelizad y bautizad a todas las gentes...». ¿Cómo ser fieles al Señor y no defraudarle? La respuesta no tiene otro punto de partida: la perseverancia en la oración y la gracia del Espíritu Santo.
Ciertos acontecimientos de los hijos causan en sus madres sentimientos de satisfacción y pesadumbre a la vez, por lo que significan de logro y mejora, y de ausencia y distanciamiento. María, después de lo que sufrió al pie de la cruz, tuvo que gozar lo indecible al ver a su Hijo resucitado y al presenciar su gloriosa Ascensión a los cielos, para sentarse a la derecha del Padre con el cuerpo que había recibido de su seno maternal; pero el triunfo del Hijo significaba también la separación y ausencia física, que no podían suplir ni los desvelos de ella hacia los discípulos ni las atenciones de éstos, y en particular de San Juan, hacia ella. Una vez más, la Virgen vivió la situación inmersa en un clima de plena confianza en Dios y de absoluto abandono a su voluntad, para secundar en todo sus designios


 Liturgia de  la  palabra del día : 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del Reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:
—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo».
Ellos lo rodearon preguntándole:
—«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».
Jesús contestó:
—«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».


Salmo responsorial Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)
RDios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.
O bien:
R. Aleluya.
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.


O bien, en el presente año C:


Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.



 Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto».
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

 Reflexión:

En este camino pascual,hemos estado meditando sobre  la alegría del Cristiano a saber  y sentir que Cristo a  resucitado y cada  uno de  nosotros esta  llamado a vivir en alegría  y gozo, por eso la palabra de Dios  nos  ha  ido  condicionarnos  para contemplar este misterio de  la Ascensión del Señor  y  así ser  restaurados después  con la fuerza del Espíritu Santo.

Ahora bien, el libro de  los hechos de  los Apóstoles, nos muestra como Cristo comparte durante cuarenta días  después  de  su resurrección con sus discípulos y les  va  preparando el corazón a ver como sube al Padre. 

No obstante, en su ascenso vemos como los discípulos, se quedan perplejos a  ver  la  Majestuosidad de Dios, sin embargo unos ángeles  les  dice que  no se queden parados mirando al Cielo, porque de  la  misma manera  que Cristo sube al Padre, así también regresará .

Puesto que Cristo nos deja la  gracia de Dios  que  en pocos días, descenderá sobre  nosotros  y el Espíritu paráclito que viene a avivar  nuestro corazón, llenándolo de alegría .

Por  tanto, el salmo 46 nos  manifiesta  el reinado de Dios  y al cual todos estamos  llamado , puesto que Él nos invita a darle  gracias  por todo lo que  hace en nuestros  días, es claro pues  que, nuestras  oraciones  y alabanza que Dios ascienda en las  entrañas  de  nuestro corazón , dando apertura  a  vivir su gracia y cumplir  su voluntad en medio de  nosotros . 

Tanto el Apóstol San Pablo , como la carta a los  Hebreos  nos  induce a vivir en el amor a Cristo reconociendo su poderío , que  se  inmola  para darnos  la salvación,  Sin embargo  con su resurrección nos  motiva a cumplir  la  voluntad de Dios  y que después de   todo el Señor  sienta  su derecha a Cristo , siendo Él la fuente de  nuestra alegría  y que  reina  sobre  nosotros  para  que  aprendamos amar al igual que  nos  enseño en su paso por este  mundo.


El evangelio nos  presenta  como Cristo da  unas  pautas  de como fue su entrega  por amor  y para generar ala  salvación a toda  la  humanidad, por  consiguiente, es el mismo Señor  el que guía  los  apóstoles  concediéndole  su bendición y iendo hacia patria Celeste  como signo de su Reinado en medio de  los  hombres .

Viernes: 

Nota: (hoy comienza  la  novena al Espiritu Santo )


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles: 18, 9-18
Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
—«No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío».
Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.
Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron:
—«Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley».
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos:
—«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos».
Y ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Galión no hizo caso.
Pablo se quedó allí algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto.


Salmo responsorial: Salmo 46, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 8a)
R. Dios es el rey del mundo.
O bien:
R. Aleluya.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. R.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.


 Lectura del santo evangelio según san Juan 16 ,20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Reflexión:

El libro de  los Hechos de  los Apóstoles  nos  manifiesta  la  misión evangelizadora, en la cual a  pesar de  las dificultades, el Señor  nos  motiva a seguir adelante, por lo tanto, no hay nada que  nos  pueda separar de Dios. 

Por eso el salmo 46  nos reafirma que Dios es  el Rey del Mundo que viene a  nuestro encuentro para fortalecernos  y sentirle en nuestra vida  que desborda su amor sobre cada  uno de sus  fieles. 

El evangelio nos motiva a estar alegres  y que a pesar de  sentir tristeza , no debemos permitir que  nuestra vida sea  un tiempo perdido en el cual anden las  tinieblas, por ello , si vivimos con Cristo vivamos en su Luz  y sintámonos alegres en todo instante. 


Sábado : 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 23-28
Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud.
Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.
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Salmo responsorial: Salmo 46, 2-3. 8-9. 10 (R.: 8a)
R. Dios es el rey del mundo.
O bien:
R. Aleluya.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R.

 Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Reflexión:

El libro de  los  Hechos de  los  Apóstoles  nos  muestra como el conocimiento de  la Palabra de Dios  nos  hace  auténticos testigos de  Mesianismo de Cristo, porque acaece en el hecho de tener a la convicción de que el Señor  nos regala su  gracia  y salvación, por ello, vivamos a  plenitud  la  palabra de Dios en nuestro corazón.

El salmo 46, nos  sigue  llevando a comprender que la  gracia de Dios  y su poder renueva  nuestro corazón, haciendo que constantemente que demos gracias  por todo lo que realiza en medio de  nosotros. 


El evangelio nos  enseña cuán grande es  la  misericordia  de Dios que  nos  llama siempre  aclamarlo y pedirle  por todo aquello que  necesitamos, y así seamos felices  siempre  portando la alegría de  los  hijos de Dios.